Iliada, canto I, vv. 1-7
μῆνιν ἄειδε θεὰ Πηληϊάδεω Ἀχιλῆος
οὐλομένην, ἣ μυρί᾽ Ἀχαιοῖς ἄλγε᾽ ἔθηκε,
πολλὰς δ᾽ ἰφθίμους ψυχὰς Ἄϊδι προΐαψεν
ἡρώων, αὐτοὺς δὲ ἑλώρια τεῦχε κύνεσσιν
5οἰωνοῖσί τε πᾶσι, Διὸς δ᾽ ἐτελείετο βουλή,
ἐξ οὗ δὴ τὰ πρῶτα διαστήτην ἐρίσαντε
Ἀτρεΐδης τε ἄναξ ἀνδρῶν καὶ δῖος Ἀχιλλεύς.
Canta, oh diosa, la cólera del Pélida Aquiles,
maldita, que causó incontables dolores a los aqueos,
precipitó al Hades muchas valientes vidas
de héroes y a ellos mismos los hizo presa para los perros
y para todas las aves, y así se cumplía el plan de Zeus,
desde que por primera vez se separaron tras haber reñido
el Atrida, soberano de hombres, y Aquiles, de la casta de Zeus.
Iliada, canto VI, vv. 146-150
οἵη περ φύλλων γενεὴ τοίη δὲ καὶ ἀνδρῶν.
φύλλα τὰ μέν τ᾽ ἄνεμος χαμάδις χέει, ἄλλα δέ θ᾽ ὕλη
τηλεθόωσα φύει, ἔαρος δ᾽ ἐπιγίγνεται ὥρη:
ὣς ἀνδρῶν γενεὴ ἣ μὲν φύει ἣ δ᾽ ἀπολήγει.
Como el linaje de las hojas, tal es también el de los hombres.
De las hojas, unas tira a tierra el viento, y otras el bosque
hace brotar cuando florece, al llegar la sazón de la primavera.
Así el linaje de los hombres, uno brota y otro se desvanece.
Tu ne quaesieris (scire nefas) quem mihi, quem tibi
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. Vt melius, quidquid erit, pati!
seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum: sapias, uina liques et spatio breui
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero
Tú no preguntes (pecado saberlo) qué fin a mí,
cuál a ti te dieron los dioses, Leucónoe, ni las babilonias
cábalas consultes. ¡Cuánto mejor soportar lo que venga,
ya si más inviernos nos ha concedido Júpiter o si es el últimos
éste que venga ahora deja sin fuerzas al mar Tirreno
batiéndolo contra los escollos que se le enfrentan!
Sé sabia, filtra el vino y, siendo breve la vida,
corta la esperanza larga. Mientras estamos hablando,
habrá escapado envidiosa la edad: aprovecha el día,
fiando lo menos posible en el que ha de venir.
Poemas de Catulo
finem di dederint, Leuconoe, nec Babylonios
temptaris numeros. Vt melius, quidquid erit, pati!
seu pluris hiemes, seu tribuit Iuppiter ultimam,
quae nunc oppositis debilitat pumicibus mare
Tyrrhenum: sapias, uina liques et spatio breui
spem longam reseces. Dum loquimur, fugerit inuida
aetas: carpe diem, quam minimum credula postero
Tú no preguntes (pecado saberlo) qué fin a mí,
cuál a ti te dieron los dioses, Leucónoe, ni las babilonias
cábalas consultes. ¡Cuánto mejor soportar lo que venga,
ya si más inviernos nos ha concedido Júpiter o si es el últimos
éste que venga ahora deja sin fuerzas al mar Tirreno
batiéndolo contra los escollos que se le enfrentan!
Sé sabia, filtra el vino y, siendo breve la vida,
corta la esperanza larga. Mientras estamos hablando,
habrá escapado envidiosa la edad: aprovecha el día,
fiando lo menos posible en el que ha de venir.
Poemas de Catulo
Ovidio, Amores 1,9
Todo amante es soldado
y Cupido posee sus ejércitos.
Ático, creéme, todo amante es soldado.
Todo amante es soldado
y Cupido posee sus ejércitos.
Ático, creéme, todo amante es soldado.
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